El día antes de su cumpleaños, hace ya 13 años, su hija pequeña falleció. En esos momentos ella sintió el dolor más grande que nadie puede sentir. Tenía 76. Recuerdo que en ese momento decidió que no volvería a celebrar su cumpleaños, nos dijo a todos que quería que su cumpleaños fuese el 3 de Diciembre en vez del 3 de junio y, mientras tuvo conciencia plena mantuvo esa promesa. Recuerdo que le llamábamos para felicitarle el cumpleaños y nos daba las gracias, pero nos recordaba que había decidido que ese día no era su cumpleños... pero lo era, lo es.
Hoy voy a llamar a mi abuela para felicitarle su 89 cumpleaños, igual que cada año. Sé que ya no recuerda que no quiere que hoy sea su cumpleaños, de hecho creo que la mayoría de mis tíos e incluso mi madre han borrado ese recuerdo. Echo mucho de menos que ella me lo diga. Echo mucho de menos a mi abuela. Y también a mi tía.
Ya no sé si esa añoranza es por aquello de "cualquier tiempo pasado fue mejor", pero lo bien cierto es que cada 2 de junio recuerdo a mi tía con nitidez y cada 3 de junio recuerdo a mi abuela en aquella época, y cuando llamo para felicitarle el cumpleaños se me encoge el estómago... Aunque ella se ponga muy contenta y me hable de la fiesta que ha hecho en el parque con sus amigos.
Crecer debe ser esto. Almacenar recuerdos que no puedes compartir con nadie. Las personas que me acompañaron en mi infancia ya no están: o han desaparecido o se han transformado en otras.