Desde que tenía uso de razón había vivido rodeada de libros, por eso él pensó tener el regalo ideal para ella.
Nunca entendió por qué, tras abrir el paquete y descubrir aquel e-book de último modelo, en lugar de la reacción que él habría esperado, recibió una sonrisa inexpresiva y unas palabras educadas.
Ella y el e-book no congeniaban. Las estanterías seguían repletas de libros pendientes de leer y mantenía su costumbre de comprar libros de papel cada poco tiempo. Al pasar los años, los libros se acumulaban por cientos, pues no conseguía un ritmo lector adecuado a sus ansias de literatura.
Él nunca la entendió, por eso finalmente decidió irse, llevándose el e-book que él encontraba tan práctico y ella tan prescindible.
Ella nunca percibió que se habían ido de su lado.