Sábado 5:30 de la madrugrada. Me suena el despertador... toca despertar al peque para que coma... tengo un sueño que no puedo con él, pero me levanto, le preparo el bibe de refuerzo y me vuelvo a la cama para empezar el proceso...
Mientras pienso en lo poco que estoy durmiendo desde que el bebé nació, empiezo a escuchar jadeos al otro lado de la pared... parece que los vecinos han vuelto de fiesta y se han entregado a la pasión arrebatadora...
Me sonrío y pienso en cómo te cambia la vida... en cómo crees tenerlo todo claro y preparado para cuando llegue el bebé y luego él aparece y lo pone todo patas arriba... Sin duda los recién nacidos no son máquinas de precisión, no siguen ningún horario prefijado, difieren unos de otros y tienen días y días... Todos dicen que van sin manual de instrucciones, pero si lo llevaran, sería un manual diferente para cada nuevo nene...
Mientras pienso en lo poco que estoy durmiendo desde que el bebé nació, empiezo a escuchar jadeos al otro lado de la pared... parece que los vecinos han vuelto de fiesta y se han entregado a la pasión arrebatadora...
Me sonrío y pienso en cómo te cambia la vida... en cómo crees tenerlo todo claro y preparado para cuando llegue el bebé y luego él aparece y lo pone todo patas arriba... Sin duda los recién nacidos no son máquinas de precisión, no siguen ningún horario prefijado, difieren unos de otros y tienen días y días... Todos dicen que van sin manual de instrucciones, pero si lo llevaran, sería un manual diferente para cada nuevo nene...
Y luego me da por pensar que la vida son etapas, que las vas quemando muy deprisa, pero lentamente a la vez, y que esa dicotomía rápido-lento solo es posible si vives a tope cada momento de tu existencia e intentas disfrutar cada segundo... aunque -vuelvo a pensar- las cosas se disfrutan más cuando uno está descansado y tiene las ideas claras...