
Ser alumno no es difícil. Lo difícil es hacer luego los exámenes, pero ¿asistir a clase? simplemente tienes que hacer acto de presencia escuchar, participar si te apetece, y plasmar sobre el papel aquello que más te interese. También puedes optar por desconectar y darte un paseo mental por todo lo que tienes que hacer, o incluso charlar con algún compañero. En resumen, es recomendable la actividad mental durante la clase (porque si no no te enteras de nada), pero no obligatoria...
Mi época estudiantil y mi época "profesoril" se solaparon en cierta medida. Por exigencias del guión mis últimos años de carrera se alternaron entre ambos lados del pupitre (obviamente no en la misma institución), y ahora se han vuelto a solapar a la inversa...
De cuando iba a clase había muchas cosas que no recordaba. Además hacía tanto tiempo que no "volvía al cole" que había perdido un poco la noción de la realidad.
Cuando tengo que exponer un tema ante varias personas (sobre todo al principio del curso, cuando aún no las conozco, o si es una charla aislada como la que tuve que dar ayer ante un público más variado y no muy interesado por el tema) habitualmente me asalta un poquito el estrés... todavía a ratos no soy capaz de contener los nervios aquellos del "¿qué pensarán de mí?", y la cabeza se me va de viaje... Pero eso siempre es antes... Porque en el momento preciso en que me presento y comienza la clase, la actividad mental, en este caso sí, es obligatoria... nada de paseos mentales, nada de cuestionarse si te hacen caso o no y, eso sí, intentar interactuar lo más posible para que no se duerma el personal.
Y aunque cuando empecé en esto me daba la impresión de que no me acostumbraría nunca, he de reconocer que le voy cogiendo el tranquillo... y que es bueno alternar ambos lados, porque estoy aprovechando el curso al que asisto como alumna para buscar estrategias que me ayuden a mejorar mi forma de exponer.
Mi época estudiantil y mi época "profesoril" se solaparon en cierta medida. Por exigencias del guión mis últimos años de carrera se alternaron entre ambos lados del pupitre (obviamente no en la misma institución), y ahora se han vuelto a solapar a la inversa...
De cuando iba a clase había muchas cosas que no recordaba. Además hacía tanto tiempo que no "volvía al cole" que había perdido un poco la noción de la realidad.
Cuando tengo que exponer un tema ante varias personas (sobre todo al principio del curso, cuando aún no las conozco, o si es una charla aislada como la que tuve que dar ayer ante un público más variado y no muy interesado por el tema) habitualmente me asalta un poquito el estrés... todavía a ratos no soy capaz de contener los nervios aquellos del "¿qué pensarán de mí?", y la cabeza se me va de viaje... Pero eso siempre es antes... Porque en el momento preciso en que me presento y comienza la clase, la actividad mental, en este caso sí, es obligatoria... nada de paseos mentales, nada de cuestionarse si te hacen caso o no y, eso sí, intentar interactuar lo más posible para que no se duerma el personal.
Y aunque cuando empecé en esto me daba la impresión de que no me acostumbraría nunca, he de reconocer que le voy cogiendo el tranquillo... y que es bueno alternar ambos lados, porque estoy aprovechando el curso al que asisto como alumna para buscar estrategias que me ayuden a mejorar mi forma de exponer.