miércoles, 3 de abril de 2013

LA PARADOJA DEL TIEMPO LIBRE

Tener tiempo libre puede ser una bendición o una tortura. 

Para mí estos días de vacaciones son una bendición. Me da tiempo a relajarme, a pensar, a leer, a escribir, a quedar con gente... y quizás hasta se me queden cortos.

Sin embargo, el estar en el paro, por breve que sea el periodo (y desgraciadamente en los tiempos que corren, no suele ser breve) es una verdadera tortura. Aunque tengas alicientes. Aunque llenes tu vida con actividades de ocio. Aunque te embarques en mil proyectos. Creo que hay pocas cosas peores que estar desocupado sin querer estarlo.

Hay situaciones desagradables como trabajar sin cobrar, que padezco habitualmente y que añaden un plus de estrés a cualquier trabajo, por mucho que te guste y muy bien que te lleves con tus compañeros. También la de no saber hasta  cuándo te durará el trabajo, que te crea inestabilidad y te impide centrarte y construirte una vida más o menos organizada...

He pensado estos días en la paradoja del tiempo libre, porque me he dado cuenta de que desde que estoy estable en mi puesto de trabajo, gran parte de mis momentos de ocio, conversaciones vacacionales y ratos de relax, he quedado con compañeras de trabajo. El trabajo, hoy por hoy, es una parte fundamental de mi vida social. Si me quitaran mi trabajo, me quitarían parte de la materia prima de mi vida: perdería de un golpe un estímulo intelectual y personal y a gente fundamental en mi vida en estos momentos, me tocaría rehacerme, cambiar el chip y volver a empezar... y todo lo que te quitan de un plumazo, dudo bastante que lo recuperes con un empleo de subsistencia en condiciones míseras y con gente a la que aún no conoces...

Disfrutar el tiempo libre es fácil cuando sabes que algo te espera al final. Aunque te dé pereza volver a las trincheras. Aunque tengas que madrugar y hacer trabajo extra en casa. A pesar del estrés y el malestar emocional que se genera...

Creo que los políticos y la gente que legisla en este país no ha entendido todavía que el trabajo es mucho más que ganar dinero. Me duele mucho ver cómo se desmoronan personas estupendas por el hecho de perder sus empleos. Y cómo, cuando consiguen por fin una nueva ocupación, les dan igual las condiciones laborales, pues de un modo u otro, necesitan un trabajo para dar sentido a sus vidas y sentirse otra vez útiles.

El cambio en la legislación hace que cada día más gente pierda su empleos, que cada vez la gente sea más infeliz y que, independientemente de tener o no trabajo, se le quiten las ganas de luchar.

Creo que los cambios en las leyes laborales se hicieron, precisamente, para sustituir a trabajadores orgullosos y luchadores por empleados sumisos que tienen miedo de perder su puesto de trabajo. No sé adónde nos llevará todo esto, pero la verdad es que no me gusta nada.