sábado, 17 de octubre de 2015

EN SUEÑOS

Me despierto muchas veces con la extraña sensación de que debería recordar algo. Algo importante. Una idea que durante todo un sueño, mi mente había calificado de idea interesante para escribir una novela o un guión. Otras veces simplemente estoy casi segura de que lo recordaré cuando despierte y eso es apenas unos minutos antes de despertarme del todo. Pero luego abro los ojos y toda esa fascinante información ha desaparecido. 

Mi mente racional se empeña en no darle importancia, en decir que simplemente había soñado que tenía una idea genial... Pero ¿y si todos los argumentos que sueño fueran tan buenos? ¿y si realmente estoy perdiendo la oportunidad de escribir una gran novela simplemente porque mi memoria consciente no es capaz de retener todas esas tramas que mi mente elabora durante la noche?

Los sueños son algo curioso. Desde aquellos que son raros y en los que tú mismo te dices "estoy soñando" hasta otros, más verosímiles, en los que te angustias de verdad porque no consigues distinguirlos de la realidad, bien porque anticipan quizás algo que pasará próximamente (recrean el modo en el que un acontecimiento próximo podría suceder, no tienen por qué corresponder con la realidad exactamente), bien porque están tan alejados de tu día a día que incluso te convierten en una persona diferente.

He leído pasajes de novelas o novelas enteras, visto películas o capítulos de series de televisión basados en sueños o que transcurren dentro de un sueño. He leído libros que intentan interpretar los sueños. He intentado entenderme a mí misma a través de mis sueños. Y confieso que he extraído muy pocas conclusiones. Sí he llegado a estar casi segura de que la única persona que tiene la información necesaria para interpretar un sueño es la persona que lo soñó. Por eso me cuesta creer a todo aquel que dice que puede interpretar sueños ajenos...

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
 
                Pedro Calderón de la Barca

jueves, 3 de septiembre de 2015

POCO Y MUCHO

Siempre hay cosas que contar. Más o menos interesantes. Podría entretenerme como solía en escribir lo que pienso, lo que me pasa por la cabeza, lo que interpreto sobre el mundo...

...El problema es que cada vez creo ser más consciente de que lo que yo quiera o pueda escribir no le importa a nadie. No sé si es cosa de la edad o simplemente que no tengo ideas positivas...

El caso es que después de escribir ese par de párrafos anteriores, he estado un rato con el cursor encima de "borrar blog" y al final no lo he hecho y simplemente he cambiado la plantilla de fondo... por algo será.


sábado, 6 de junio de 2015

3

Hace un mes y pico que lo que ponía en este post ha dejado de ser cierto. Primero porque desde diciembre cumplí un año más y segundo porque ya no son 4 sino 3 los abuelos que tengo :(

Cuando pierdes a alguien cercano, sobre todo si ya estaba ahí antes de que tú nacieras, pasan muchas cosas en tu cabeza. Porque cierto es que era "ley de vida" y que estaba claro que "nadie es eterno"... pero cuando alguien así se va, eres más consciente de la volatilidad de todo cuanto te rodea.

Escribo estas líneas desde el realismo más que desde la tristeza... Hace ya varios años que mi abuelo no era mi abuelo. Al menos no ese abuelo que yo recordaba en mi cabeza: siempre trabajando y dedicado a su mundo mental. Hacía algunos años había dejado de escribir, de dar conferencias y cursos e incluso de pensar con claridad y ser coherente... En el año 2008, antes de que este proceso empezara le dijo a mi madre justo antes de intervenir en unas jornadas: "Soy ya muy mayor, ojalá tuviera 10 años menos"... y parece ser que a partir de ahí empezó el declive. Decidió jubilarse al año siguiente, ya con 85 años y en poco tiempo fue convirtiéndose poco a poco en la persona que murió el día 24 de Abril.

Desde ese momento, en su cabeza ganaba el premio planeta cada poco tiempo y le tenían que entrevistar en la televisión y le estabas tapando el plano al cámara. O te decía que tenía casi apalabrado con su editor un nuevo libro muy interesante que sin duda iba a causar furor en el mundo científico. O le invitaban a dar un curso en Argentina. Decía eso muchas veces a la vez que te preguntaba que quién eras tú. O te decía que cómo podías ser la hija de tu madre, si tu madre era aún muy joven... Alguna vez llegó incluso a presentarse en su antigua oficina en bata y zapatillas porque había quedado con un periodista para que le entrevistara y el portero le acompañó hasta allí, donde la mujer de la limpieza le devolvió amablemente a su casa, que está a la vuelta de la esquina...

Durante estos años en que he vivido ese proceso de cambio en él, no lo quise ver. Mi abuelo, que en otros tiempos contaba interesantes anécdotas reales de viajes a otros países para dar cursos o de apariciones en programas de televisión. Siempre tan correcto, tan enamorado de mi abuela y con sus peculiaridades, para qué negarlo, de verdad se había hecho mayor. De verdad, a pesar de que nunca lo fue. Él que siempre nos contaba riéndose que cuando se fue a dar de alta como editor con casi 80 años, la gente que tenía que hacer dicha gestión se sorprendía de que aún estuviera en activo y con proyectos de futuro... de pronto un día empezó a confundir las ideas y su mente, siempre tan brillante, se fue apagando poco a poco...

Mi abuelo, tan parecido a Don Quijote físicamente, por su triste figura y su barba blanca, acabó sus días en un mundo imaginario.

Las vidas largas permiten sin duda hacer muchas más cosas, tener mucho más que contar. Sin embargo, también se terminan y se dejan en el tintero otras cosas por hacer. Proyectos. Todos tenemos proyectos, independientemente de nuestra edad. Ideas a medio desarrollar que nunca se materializan... Y gente que nos quiere y nos echa de menos...

Sirva este post de homenaje a mi abuelo que vivió 90 años y medio.

domingo, 24 de mayo de 2015

VOLANDO TRAS EL TIEMPO PERDIDO


Seis meses. Quizás un poco más. Ni los mejores ni los peores de mi vida, pero 6 meses al fin y al cabo. Algo más de ciento ochenta días con sus correspondientes horas, minutos y segundos... Y aquí estoy otra vez.

En realidad nunca me he ido. Simplemente estaba asimilando, intentando asumir cosas incomprensibles que sigo sin entender y aceptando definitivamente que vivimos en un inestable caos en transformación continua.

En este tiempo podría haber escrito hasta la saciedad sobre el fin de la vida, sobre la agonía y el duelo, sobre lo que cuesta morir a algunas personas y lo rápido que se van otras. Sobre el dolor que siempre se queda, sean cuales sean las condiciones que rodean al fin de una vida... Pero llegué a la conclusión de que todas mis cavilaciones eran estériles y que no diferirían mucho de lo que cualquier otra persona pueda pensar al respecto.

He intentado generar un botón de OFF en mi cabeza cuando empiezo a dar más vueltas de las necesarias y estoy casi a punto de dominarlo... En realidad no es así, pero me encantaría ;)

Con este post simplemente quería decir que estoy aquí. Que sigo aquí. Que continúo buscando algo bonito que contar, algo positivo que transmitir... Que sigo volando tras cada minuto que se me escapa sin darme cuenta... Y que espero retomar todo esto con ilusión, aunque este post no significa necesariamente un retorno.