
No todos los días se tiene la inspiración para escribir un artículo, un post o una novela.
Los autores habituales dicen que en realidad ser escritor es como cualquier otra profesión, que simplemente se trata de ejercitar la mente y acostumbrarse a escribir "X" horas al día. Supongo que así es como trabajan los periodistas que han de entregar su columna diaria de opinión o los bloggeros que nos obsequian diariamente sus aventuras y desventuras.
Otros somos como el tiempo... Hay días en que ni atado se te ocurriría un tema sobre el que escribir, bien porque piensas que un día normal no es digno de mencionarse en ningún sitio, bien porque tienes el ánimo oscurecido... en cambio hay otros días en los que escribirías mil cosas, y en esos en concreto lo que te falta es tiempo...
La inspiración (artífice de las mejores novelas pese a lo que digan los literatos mecánicos), es necesaria en todo caso, o al menos a mí me hace falta...
Os dejo un retazo de mi inspiración puntual, que un día me llevó a presentarme a un concurso de relatos cortos.
I
Estábamos allí los dos y decidimos no reprocharnos nada. Hicimos como si no nos hubiéramos visto y proseguimos nuestra marcha. Tú sabes que yo estaba allí con Él, pero no puedes decirme nada porque Ella te acompañaba, y Yo también te vi. Cuando todo se haya calmado, cuando pase esta pequeña tempestad, parecerá que eso nunca ha sucedido, pero mientras tanto nos notaremos distantes, extraños, y tendremos clavado en lo más profundo de nuestras almas ese sentimiento de vacío y soledad, de tristeza y engaño... ese sentimiento que tengo ahora mismo cuando te observo...
No quiero que pienses que te amo con locura. Entre nosotros nunca nada ha habido, porque ninguno de los dos hemos encontrado el momento preciso para decir lo que pensábamos. Nunca hemos hablado, no nos conocemos personalmente, y sin embargo nuestra silenciosa familiaridad nos une como si fuéramos uno...
Si te miro profundamente a los ojos, veo que tu mente me sonríe, aunque tu rostro refleje total impasividad, aunque continúes pensando en tus cosas, aunque parezca que me traspasas con la mirada, como si no estuviera allí... Yo sé que Tú piensas en mí como yo en ti, y que estamos hechos el uno para el otro, que nuestras soledades se acompasarán el día que uno de los dos lo decida; pero mientras tanto, Tú te bajarás siempre dos paradas antes que Yo del metro, y proseguirás tu marcha sin mirar atrás mientras se cierran las puertas... y Yo continuaré sentada en mi asiento mirando por la ventanilla del lado contrario...
II
Hoy te noto extraño... Estás de pie en el vagón, pero es como si mentalmente estuvieras en otra parte. Me pregunto si es por Ella, no sé... el caso es que nuestra anodinas miradas trasnochadas no se han cruzado ni una sola vez. ¿Acaso me estás castigando?. Yo no he vuelto a llamarle, verte allí con Ella me hizo entrar en razón, darme cuenta de que nuestra futura historia es mucho más importante que lo que hubiera podido llegar a tener con Él. Quedan apenas dos estaciones para que te bajes y ni siquiera has girado la cabeza hacia mí. ¿Habrás decidido que ya no te merezco la pena? ¿Tienes alguna preocupación que yo desconozco?.Estoy a punto de decidirme a hacer algo que nunca antes se me había ocurrido, y no sé si debo o no... pero sí, creo que lo voy a hacer... hoy me bajaré en tu misma estación y te seguiré, a una distancia prudencial, para comprobar qué es lo que te tiene tan metido en ti como para ni siquiera mirarme... Sé que no tengo derecho a hacerlo, que no sé nada de tu vida, de tu historia personal... pero espera. Antes de eso voy a ordenar mis ideas sobre ti...
Eres un chico alto, rubio, de ojos oscuros... tendrás como 5 años más que Yo. Sueles subir al metro en la estación que va después de la mía y bajarte dos antes de mi parada. A veces miras hacia donde estoy Yo, claramente porque te atraigo, pero siempre simulas no mirarme, como si intentaras alcanzar con tu mirada más allá de donde voy sentada, como si trataras de percibir el infinito. Hace ya tres años (puede que más tiempo, pero antes no me había fijado en ti) que coincidimos en el suburbano prácticamente cada mañana a las 8:30 en punto. Yo voy hacia mi trabajo, por lo que supongo que Tú también al tuyo... tienes cara de maestro, de profesor de escuela de barrio. Pareces el típico sabio despistado de mirada viva, lleno de paz interior y con mil historias que contar, tierno, cariñoso, dulce... lo que sí me parece claro es que no eres de esta ciudad... el gris del asfalto y la atmósfera no han calado en ti y pareces tan perdido como el primer día que encontré tu mirada...
Nunca hasta el otro día te había visto fuera del vagón. Probablemente vivamos en barrios distintos y sólo el metro una nuestros trayectos. Lo más seguro es que ni siquiera vivas en la zona de la parada en que te subes... creo que haces trasbordo, nadie que habite en el centro de esta gran ciudad tiene ese aire tan ingenuo y bondadoso...
Lo acabo de decidir. No entiendo por qué estás tan serio, por qué tus ojos no me miran, por qué han perdido su brillo habitual. Sé que me quieres, supongo que quizás no me miras para no entristecerme a mí también... voy a bajar aquí contigo... bueno, mejor dicho a la vez que tú...
Como cada mañana sales del vagón... pero esta vez no te imaginaré alejándote del tren en dirección a la salida. Esta vez camino detrás de ti, y voy a descubrir, de una vez por todas, en qué consisten tus mañanas, esas que suelo inventar para sentirme más cerca de ti.
No me has decepcionado. Ni siquiera te has girado cuando el metro ha vuelto a arrancar. Pero hoy no hace falta que disimules, hoy no hay peligro de que yo me gire desde mi asiento y nuestras miradas se crucen... hoy te tengo tan cerca y tan lejos a la vez que me siento como si realmente fuéramos uno.
Siempre había pensado que tu trabajo estaba cerca de la salida de la izquierda, pero al verte avanzar con paso decidido hacia la derecha, me he dado cuenta de que estaba equivocada. Es normal, mi amor, al fin y al cabo nunca me había parado a seguirte con la vista desde el vagón.
Podrás comprender que cada paso que das es una sorpresa para mí. Camino tras de ti con extrañeza, pues nunca había imaginado que, un día cualquiera, estaría junto a ti paseando románticamente por la ciudad. No me importa perder mi trabajo si consigo aliviar la pena que sientes. Tengo la seguridad de que cuando por fin te des cuenta de que estoy aquí contigo, tu rostro volverá a ser el de siempre, y nuestras miradas se cruzarán como cada mañana, devolviéndonos la paz que habíamos perdido después de que Ella y Él entraran en nuestras vidas.
Te has detenido frente a un escaparate. Es de una tienda de discos. Pero aún es muy temprano, sólo las 9 de la mañana; probablemente no abran hasta las 10...
Acabo de oír tu voz por primera vez. Es profunda, varonil, pausada... es exactamente la voz que había imaginado para ti. No notarás que estoy aquí, porque me he metido en una panadería que está en la esquina, justo al lado de la tienda de discos. Estás hablando con una chica y parece que continuaréis el camino hacia el trabajo juntos.
Pero Yo voy a seguir con vosotros, quiero saber quién eres, dónde vas y qué te pasaba antes, aunque ahora tengas mucho mejor cara y parezcas más animado. Yo sé que son sólo apariencias, que no quieres que tus compañeros noten lo que te ha pasado. Si hay algo que tengo claro sobre ti, es que eres muy reservado con tus cosas, y que no se las vas contando a cualquiera, y menos a Esa chica, aunque hagáis juntos cada mañana el camino hacia el trabajo.
III
La verdad es que nunca lo habría dicho. ¿Trabajas en una frutería?. Se me hace raro verte allí, trabajando con Esa chica... y creo que no me voy a quedar más rato viéndote, porque pienso que lo has hecho sólo para despistarme. Has ido a la frutería a propósito, aunque sabes que llegarás tarde al colegio, sólo para demostrarme que no sé nada sobre ti, para hacerme ver que te decepcioné al salir aquel día con Él. ¿Y qué hay de Ella? ¿Acaso vosotros no estabais juntos? ¿No os abrazabais en el restaurante compartiendo risas y complicidades?.
Creo que todo ha terminado entre Tú y Yo. A partir de mañana cogeré el metro cinco minutos después. Volveré a quedar con Él. Olvidaré los interminables segundos que compartieron nuestras pupilas...