A veces recuerdo con nostalgia que, cuando era más joven (digamos 17, 20 años o por ahí), me daban vergüenza muchas cosas...
La vergüenza quedó atrás hace tiempo y, aunque aún me importa un poco lo que el resto del mundo piense de mí, estoy casi segura de que eso también pasará. De hecho ya no hago cosas "por compromiso" y me estoy convenciendo de que, al fin y al cabo, lo importante es lo que yo piense de mí misma...
Y es que, según pasa el tiempo voy creciendo. Y ahora va en serio. Ya no son solo las 4 ó 5 canas que asoman entre mi frondoso bosque de pelos oscuros... ya no es solo el hecho de que ahora soy mamá...
Simple y llanamente, cada vez está más claro que soy adulta. Y no hay vuelta atrás. Ahora creo tener razón, es más, me cargo de razón cuando hablo de algo que "sé"... ahora cuando veo a un niño pequeño le digo "lo que tiene que hacer"... ahora discuto de tú a tú con mis mayores, y se van desdibujando, cada vez más, las fronteras entre ellos y nosotros hasta el punto que no sé en qué bando milito... ahora entiendo muchas cosas que antes solo podía intuir y percibo como, poco a poco también, y sin hacer casi ruido, mis padres van pasando al estadio siguiente... el que te lleva de ser adulto a ser "mayor"...
A veces ni lo pienso y sigo identificándome con la gente de veintipocos... luego me doy cuenta de que hace diez años que terminé la carrera... y otras veces sin embargo, como me ha pasado hace un rato cuando "abroncaba" a la secretaria del administrador de fincas porque (creo) que es una gestora penosa, me identifico con las señoras pedorras que me amargaban la existencia cuando era yo la que ejercia como secretaria de un administrador de fincas... y es que la vida, señores y señoras, da muchas vueltas... pero lo que nunca jamás hace es volver atrás...
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