sábado, 4 de octubre de 2014

ARCHIENEMIGOS

Hay personas que están en nuestras vidas y que nos causan malestar, nos hacen sufrir, nos duelen... Son parte de nosotros, del mismo modo que lo son aquellos a los que queremos y que nos protegen. En muchas películas hay uno. En algunas vidas reales también.

Los héroes (reales o fantásticos) a veces fantasean con su desaparición, con su volatilización, con que se vayan de sus vidas. Con que se mueran...

E inevitablemente la muerte llega, antes o después, cumpliendo en ocasiones ese deseo oculto jamás pronunciado... o sí. 

Ese momento, el momento en que se cumple el deseo no es tan bonito como cabría esperar. La imaginación había construído una fantasía de alegría sin fin, de celebración, de triunfo final... Pero lo que queda es el vacío más absoluto, el remordimiento, la pena... Especialmente cuando esa muerte conlleva la orfandad. Cuando tu archienemigo es tu padre. O tu madre. Cuando has dedicado todas tus energías a odiar profundamente, cuando has crecido en ese odio, cuando has invertido todo tu amor en hacer sufrir, cuando vuestra relación era tan destructiva, tan difícil que ocupabas más tiempo sufriendo por sus afrentas y planeando las tuyas que disfrutando tu vida...

El derrumbe emocional que surge tras una experiencia así, paradójicamente es mucho mayor de lo que nadie que no tenga un archienemigo, pueda imaginar.

No hay comentarios: