CARETAS

Hay en mí algún extraño resorte que me hace sonreír cuando saludo y guiñar el ojo cuando me despido... No es algo consciente, es natural en mí, como sonreír o hablar deprisa si estoy nerviosa...

Sin embargo he observado que hay gente que no tiene ese mismo mecanismo.

Al salir del despacho por las tardes, suelo coincidir con una vecina prácticamente todos los días. Es una mujer de unos cincuenta años, normal y corriente. Pero nunca la he visto sonreír.

Cuando saluda, su rostro refleja la misma pasividad e indiferencia que cuando va caminando por la calle pensando en sus cosas, y alguna vez que la he visto hablando con alguna persona (nunca conmigo, yo soy una simple vecina de saludo por compromiso), su rostro permanecía impasible, inexpresivo, independientemente de que estuviera contando una anécdota alegre o una desgracia tremenda.

A veces me ha dado por pensar que quizás esta persona no sea muy feliz... por aquello que dicen de que la cara es el espejo del alma...

Pero luego, si lo medito un poco, concluyo que Yo misma, sonrío cuando saludo, independientemente de mi estado de ánimo o de mi humor, y que cuando estoy con gente, aunque esté triste y preocupada o tenga algún tipo de problema, he aprendido a ponerme la careta-sonrisa y mi rostro no siempre refleja mi interior, entre otras cosas porque por mi trabajo, necesito reflejar calma y buen humor, lo cual no siempre coincide con mi estado interior...