
Resulta curioso como algo tan pequeño como mi reloj de pulsera, puede condicionarme tanto...
A pesar de que sigo de vacaciones hasta el martes, excepto dos o tres días en que me sentí inspirada y lo dejé en casa, estoy totalmente sometida a la tiranía del reloj... Máxime cuando este reloj en concreto tiene un valor sentimental tan grande, por ser el último regalo de cumple que me hizo Tere...
El caso es que esta mañana tenía hora en la peluquería a las 11. Sigo yendo a mi pelu de toda la vida, junto a casa de mis padres, así que tenía que coger el metro de las 10:20 para llegar a tiempo. He salido de casa exactamente a las 10:05 y me he puesto a leer en el andén esperando a que llegara el metro. Estaba enfrascada en la lectura (y de qué manera, agradezco enormemente a la gente de bookcrossing que me "presentara formalmente" a Amelie Nothomb), y no he notado que los minutos no pasaban en mi reloj... no lo he consultado en toda la mañana y cuando por fin lo he hecho, me ha sorprendido que siguienran siendo las 10:10... ni que decir tiene que yo sabía que esa no era la hora real... pero no os imaginais lo amplia que me ha quedado la mañana, la de cosas que me ha dado tiempo a hacer... y aún así he conseguido llegar a mi casa a las 10:10 de la mañana, justo a tiempo para comer :D
Es sencillo redimensionar el tiempo... solo hace falta un reloj parado ;)